Los fallecimientos por accidentes de ciclistas durante la nueva
normalidad por la pandemia de COVID-19 han crecido más del 66 por ciento, según datos del Portal de Datos Abiertos de la Ciudad de México de la ADIP.
Tan solo en 2021 se ha registrado la muerte de 7 ciclistas lo que
pone en evidencia la falta de estrategias que no solo impulse el uso de la
bicicleta como un medio de movilidad alterna, sino que también implemente la
infraestructura suficiente para garantizar la seguridad de los usuarios de este
medio de transporte, así como el respeto de todos a la normatividad vial.
Los ciclistas han realizado varias movilizaciones a lo largo del
2021 para exigir justicia por sus compañeros fallecidos debido a la poca atención
que las autoridades les prestan, ya que las ciclovías siempre están obstruidas
por automóviles, mismos que provocan accidentes de los ciclistas por no
respetar los espacios exclusivos.
Según datos de la Secretaría de Movilidad, los viajes en bicicleta
han aumentado un 221% desde marzo de 2020, por en junio de ese año el gobierno
de la Ciudad de México habilitó 54 kilómetros en dos ciclovías emergentes para
atender el creciente uso de este medio de transporte, como respuesta de
movilidad ante la ola de contagios por COVID- 19.
Ante estos datos, Arturo Cervantes, presidente de la Alianza Nacional de Seguridad Vial (ANASEVI) menciona que se debe emprender campañas de sensibilización para operadores del transporte y automovilistas para que ante el aumento de ciclistas y usuarios de modos de transporte no motorizados, tengan conciencia de que disminuir la velocidad puede evitar un accidente.
Fomentar el uso de la bici es una forma de movilidad sustentable, no contamina y ayuda a la salud de las personas. Es darle vida a la ciudad de una manera más sustentable, pero hagámoslo con orden. Los accidentes por velocidad tienen que ver con la cultura de los automovilistas. Hace falta que nuestra ciudad se enfoque en cuidar y respetar a los usuarios vulnerables de la vía.
Menciona que con capacitación se puede enseñar tanto a
automovilistas como operadores de transporte público la distancia que deben
guardar entre vehículo y un ciclista, así como se puede entender el nivel de
vulnerabilidad a lo que están expuestos los usuarios de medios no motorizados.
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